domingo, 2 de diciembre de 2012

Pétong: "Palomilla con sentido y objetivo"


Fernando Pétong es un artista innato. No solo actúa y baila, también canta. Tuvo su etapa oscura en la adolescencia pues formó parte de un grupo de rock pesado llamado “Niebla” durante un año y medio. Como vocalista asistía y participaba en conciertos como los que organizaba la Asociación Cristiana de Jóvenes a los cuales también iba Pedro Suarez Vertiz, de rock ligero. Su vida loca y rockanrolera fueron previas a su inicio en el teatro. No solo es capo en la actuación, también escribe. Sus planes a corto plazo son realizar una película dirigida y actuada por él mismo, lo cual no sería sorpresa, es un  artista completo.

Práctico y sencillo al vestir. No se alarma al no saber que ponerse, le da igual.  Sin embargo, lo que jamás olvidará es sonreír. Generalmente viste una chaqueta y jeans negros de estilo rockanrolero que los acompaña con botas. Le aburre tener que escoger qué ropa usar por lo que su armario está repleto de prendas oscuras. Ir de shopping no es una de sus actividades favoritas.

“Lo que me aburría era la lenta velocidad de la secundaria que considero una estafa de 11 años”

Sus estudios los ejerció en colegios estatales. Durante su etapa primaria lo hizo en el Trompeteros 2084 y la secundaria en el San Felipe C-3, de Comas.  Curiosamente, fue un alumno de notas aprobatorias; destacó en matemáticas, curso que consideraba ‘papayita´ y que ahora en la universidad eso es lo que le hace sufrir. En general le gustaba de todo. Sus notas oscilaban entre 16 y 20. 

Su amor a la lectura se lo debe a su madre. Es por ello que no le afectó en cierto  grado el estudiar en colegio estatal ya que adquirió conocimientos y alimentó su cultura leyendo. Siempre estuvo lejos de los problemas pese a ser “palomilla” y travieso, pero como recalca,  “palomilla con sentido y objetivo”.

“Si hubiera aprovechado esa beca hubiera tomado un rumbo más rápido en mi expresión artística”.

Sus capacidades artísticas las vio apagadas durante la etapa escolar. Participó en las actividades escolares siempre y cuando estén bien elaboradas, porque cuando veía que la hacían ‘a la de Dios’ evitaba asistir.  Recuerda que en una oportunidad un tutor le consiguió una beca para la Escuela de Bellas Artes debido a su facilidad para el dibujo pero, como todo chico de trece años, no lo tomó enserio.

Siempre le gustó hacer cómics. Acompañado de su grupo de amigos leían revistas satíricas políticas, diseñaban y jugaban con las imágenes. Partiendo de esta experiencia es como conoce y ratifica que lo suyo desde siempre fue el cine. Descubrió que lo que hacía era similar a dibujar un storyboard, técnica audiovisual con encuadres de imágenes.

Estudió técnicas audiovisuales y cinematográficas en INICTEL que le permitió expandir sus contactos conociendo gente que trabajaba en grupos de teatro, bailarines en los Detectilocos, programa cómico que se transmitía en América TV, entre otros. 

‘Si en Cuatro Tablas se enteraban que estaba haciendo farándula en televisión, me botaban’.

Llegó inesperadamente a la televisión como extra en “Detectilocos”, programa liderado por Ricardo Fernández, Jenny Negri y Ricki Tosso. Además, al poco tiempo formó parte del Grupo de Teatro Cuatro Tablas.

Inesperado pero oportuno momento para Fernando. Un cásting del cual quedó elegido con un compañero, más le permitió dar un giro a su vida. Lo hizo amante de las tablas, del baile moderno y el arte escénico. Entre viajes y experiencias conoció gran parte del mundo gratuitamente. “Cuatro Tablas” fue el camino hacia su pasión: actuación.

Sin embargo, sus inicios en la televisión peruana fueron gracias a su astucia.  No participó de ningún cásting, entró, se sentó, leyó su guión y actuó. Le bastó ingresar al camerino durante el ensayo y decir que era el extra escogido para formar parte del mundo del espectáculo televisivo en “Detectilocos”. Conoció a Ricky Tosso y a su papá Ricardo Tosso, César Valer, Ricardo Fernández, Luis Roca y Ramón García, en otras palabras al ‘boom’ de actores de esa época.

A diferencia de “Cuatro Tablas”, éste era un grupo donde él se desempeñaba como transmisor de cultura comprometida a un teatro social por lo que no podía pertenecer a la farándula. En cierta manera a Pétong le ayudó pertenecer a los dos bandos contrarios del mundo de la actuación. Pudo conocer el verdadero perfil de un actor.

Por los  viajes con Cuatro Tablas conoció diversos actores de nacionalidades japonesas, irlandesas, francesas, italianas, indúes, que incrementaban en él el conocimiento de las técnicas en la expresión física y corporal.  Considera que lo que aprendió es una gran riqueza que hoy lo aplica en su estudio y trabajo  de tesis sobre antropología teatral y la ingeniería del comportamiento. 

Nunca pisó una universidad. La pedagogía, las técnicas y las enseñanzas las aprendió en las giras con su grupo Cuatro Tablas. Enseñó en la Universidad de Lima y Universidad Nacional Mayor de San Marcos pero perfeccionó lo aprendido en la ENSAD, ya adulto en comparación con un joven universitario. Obtuvo, entonces,  su título como pedagogo e investigador de las técnicas del comportamiento.

Sus principales obras fueron “La calle” de July Natters, una obra intensa y “Don Juan Tenorio” que lo tuvo en arduo trabajo desde el 2006 hasta el 2011 en el Cementerio Presbítero Maestro. Un camerino sin fin, como lo denomina Pétong, fue actuar al aire libre interpretando a Don Juan Tenorio. La picardía nunca la dejaba atrás. Iba a una cripta en los lapsus de tiempo y bebía su pisco a escondidas.

No hubo papel alguno que le pareciera difícil, tan solo era complicado pero no imposible. Un reto más fue la puesta en escena “Una obra de felicidad”, en el que interpreta a un fantasma que transmite ilusión y fantasía a una trabajadora de limpieza de un viejo teatro limeño. “Los directores sufren,  yo no,  yo me divierto con lo que hago”, manifiesta riendo.


                 Durante la obra teatral en el cementerio Presbítero 
                       Maestro   interpretando a Don Juan Tenorio.

Lentopolitano


Escuchar que mañana es lunes es su peor castigo. Dormir menos para ir a estudiar a las 8 de la mañana es su lucha constante. Gritos de su madre indicándole que se levante es mayor que el sonido de la alarma de su móvil. Esperar el autobús con dirección a su universidad es otro caos.

La avenida Túpac Amaru desde las 6 de la mañana se convierte en un gana gana. El premio es subir al carro, ir sentada y llegar a su destino más temprano que tú.  

El Metropolitano es su mejor opción. Todos los días espera en el paradero Santa Isabel en Carabayllo, la ruta que la dejará en la Estación Naranjal. Una larga cola, una larga espera. Solo por no ir aplastada y parada en una combi. Asi de complicado y estresante es como viaja Carmen.

Amarillo patito, grande, con varios sitios por ocupar y con cuatro asientos reservados es el bus del Metropolitano. Tiene rutas variadas. Recoge gente en la avenida Universitaria, Túpac Amaru, Los Alisos, CantaCallao, entre otros, que coinciden en llegar a la Estación Naranjal.

Siete de la mañana, ‘no esperes ese horario’, manifiesta siempre a sus amistades. Y es que la hora punta convierte a la estación en un Gamarra más. El tránsito es imposible. La gente corre, se empuja, las colas no son colas, son culebras sin fin.

Expreso 1, 2, y 3, Ruta A y B, no son suficientes. Empresarios con galantería, vestidos con terno, mujeres con ropa elegante, perfumadas, todas unas leidys se transforman a un look original y gracioso. Y es que también existen las luchas por entrar al bus. Golpeada, samaqueada, doblada así llegas a tu destino, pero llegas.

Carmen no tiene elección. Cada día es lo mismo. De lunes a viernes, toma el Expreso 1, el que la traslada de Independencia al Centro de Lima en tan solo 15 minutos. Duerme un poco más que de costumbre. Ya no sale de casa a las 6 de la mañana, sino una hora más tarde. A pesar de las vicisitudes que causa el viajar en el Metropolitano llega a tiempo a sus clases evitando las combis que demoran el doble.

Los universitarios y escolares pagan una tarifa preferencial que exige su uso personalizado. El costo de viajar en alimentador es de 0.40 céntimos y el bus principal de 0.75 céntimos. Solo se puede usar cinco veces al día. De lo contrario la tarifa será la normal de un sol cincuenta y 0.80 céntimos en alimentador.

La empresa de transporte cuenta con 35 estaciones. Y ha adquirido en estos dos años de servicio al público más unidades, además de presentar un incremento de clientes  que hacen uso del transporte.

El Metropolitano conecta Lima Sur con Lima Norte, recorriendo 16 distritos de la ciudad desde Chorrillos hasta Comas. Siendo las estaciones principales Naranjal, Central y Matellini, las que cuentan con servicio al cliente y de salud. Los reclamos y trámites se realizan en las mencionadas estaciones.

Son 152 buses alimentadores que circulan desde las Estaciones hacia los paraderos de las rutas alimentadoras. Los cuales cuentan con lectores electrónicos en su interior para el pago del pasaje; ubicación satelital GPS; sensores y alarmas de seguridad; cámara de vigilancia en su interior; sistema de conteo de pasajeros; comunicación GPRS; computador interior para data, voz y vídeo; espacios para personas con discapacidad; rampas para personas con discapacidad; ventana de emergencia y audio de chofer y pasajeros.

Madres gestantes, niños, ancianos, personas discapacitadas son las que sufren más al subir a los autobuses, y son pocos asientos los reservados. La avalancha por sentarse no acaba. Las horas punta tampoco. Salir temprano del trabajo o de casa tampoco es la solución. La población aumenta, el Perú está creciendo.

Estos buses se diferencian por el color que poseen. Los de amarillo miden 12 metros y su capacidad es para 80 personas y se dirigen al sur. A diferencia de los naranja que miden 8.5 metros y solo es para 40 personas y se usan tanto para el traslado de personas al norte y sur de Lima.

El proyecto del Metropolitano empezó a funcionar en el 2010. La ejecución del proyecto fue con fondos de la Municipalidad de Lima y el financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial. Su diseño transformó la ciudad con la construcción de pistas nuevas de transporte privado, cambio de redes de servicios de luz, agua y telefonía además del tratamiento paisajístico de toda la zona de intervención del sistema.

En Bogotá, Curitiba y México opera este transporte. Sin embargo el sistema del Metropolitano de Lima es el primero que opera a Gas Natural vehicular, lo que permite contribuir a la reducción de la contaminación que genera el parque automotor.



domingo, 4 de noviembre de 2012

La muerte que lo eternizó

John Lennon en su apartamento de Nueva York, el 8 de diciembre de 1980, el mismo día que lo asesinaron. Foto: Annie Leivovitz.



El 8 de diciembre de 1980 quedó en la historia. John Lennon, el ex integrante de Los Beatles dejó de existir para el mundo. Seis balas disparadas por David Chapman causaron su muerte y solo una le atravesó la aorta lo que bastó para decir adiós. La noche esta vez no iba a su favor. El rostro cálido y apaciguable del joven que conquistó el mundo dio el último aliento; el instinto de supervivencia le fue negado.
Como de costumbre cubría su cuerpo delgado con un pantalón azulino recto, eran los años setenta, y los zapatos baqueros negros con taco grueso imponían la moda, además la chaqueta rockera le era infaltable.  Mientras que sus anteojos redondos parecidos a los de una abuela, como solía decirle su amigo Paul McCartney, era raro que no los lleve puesto.
Se lo vio sonreír bajando de su limosina, su esposa se había adelantado. Regresaba del estudio de grabación aquella noche newyorkina que anunciaba un clima friolento y poco confiable. Pero  nada parecía opacar la felicidad de Lennon de grabar temas para el nuevo disco “Double Fantasy”. “Es un tipo de fresa pero lo que significa para nosotros es que dos personas tienen la misma imagen en el mismo momento. Ese es el secreto”, comentó John en una entrevista realizada por la revista Rolling Stone, refiriéndose al nombre de su disco.
Luego de separarse de la banda in de la época no se escuchó nada sobre él. La fanaticada buscaba su voz, aquella había desaparecido en un ambiente cargado de exigencias. Y es que toda su vida anheló vivir como una persona normal que sale a caminar libre de cámaras y sin gran  popularidad.
Las Bermudas, una isla paradisiaca ubicada en Norteamérica sería el inicio de un sin número de melodiosas canciones para Lennon. La inspiración retornaba con ímpetu. Un fuerte viento de suaves notas musicales parecidas a las de Rock lobster y B-52’s bandas con el estilo musical de Yoko fue lo que hizo desempolvar el talento de la pareja. La lejanía no era un impedimento. Ella y John hablaban todos los días y se cantaban las canciones que cada uno había compuesto entre llamada y llamada.
Tener un niño fue algo muy importante para nosotros. La gente podría haber olvidado cuántas veces intentamos conseguirlo y cuántos abortos hemos tenido, y las ocasiones en las que Yoko ha estado cerca de la muerte…” El nacimiento de su hijo cambió a Lennon. Su ausencia fue notoria puesto que dejó de escribir canciones por más de cinco años y el intento de tener un niño con Yoko fue una larga espera de más de diez años. Casi eterna pero no imposible. 
El joven de gafas redondas que enloqueció a jóvenes en los sesenta no sería el mismo. La madurez llegó tarde, pero llegó. Las fiestas, la droga, los conciertos fue suplantado por momentos de dedicación a su hijo. La rutina adolescente que demandaba la época boom del cuarteto de Liverpool llego a su fin.
Serias decisiones involucrarían serias consecuencias. Así como Mark David Chapman, muchos fans no aceptaron el nuevo rumbo de su ídolo. En especial, Chapman, joven procedente de la ciudad texana de los Estados Unidos, aficionado acérrimo de Los Beatles y fanático de John.
El asesino de Lennon anhelaba ser como él. Se casó con una mujer japonesa como la esposa de su ídolo. La liquidación de su último trabajo tuvo como firma ‘John Lennon’. Consideraba un pecado no asistir a sus conciertos y una muerte segura no conseguir su autógrafo.  Sus problemas de obsesión eran intensos.
La mañana del 8 de diciembre de 1980 el mundo dejaría de respirar rock and roll. Los alrededores del Dakota fueron un valle de lágrimas. Toda la calle estaba llena de gente de todas las edades y religiones. La mayoría lloraba u otros estaban allí por curiosidad. Había muchos periodistas, pero sobre todo, mucha gente en estado de shock.
"Oí una voz que me decía: Hazlo, hazlo. Y al verlo pasar, saqué el revólver y apreté el gatillo cinco veces seguidas (…) Yo era un don nadie hasta que asesiné al tipo más grande de la Tierra", decía Chapman en shock. No solo podía morir feliz sino satisfecho. Pocas horas de haberlo asesinado cumplió su gran sueño, el autógrafo de su más grande cantautor.

"Yo no tengo miedo de vivir en Nueva York. A mí nunca me han atacado, nunca me han molestado. Lo único que me pasa es que, de vez en cuando, alguien me detiene en la calle para pedirme un autógrafo. Y eso para mí no es molestia. Al contrario, me hace sentir bien..." 

Si aquel día el juguetón, exuberante, sencillo pero elegante y directo John (como lo describe Jonathan Cott, periodista de Rolling Stone que lo entrevistó por más de nueve horas tres días antes de su muerte) hubiera conocido el destino que le esperaba, hoy sería más que un hito. Su confianza y humilde apariencia se recuerdan y se valoran.

sábado, 27 de octubre de 2012

Mi escalera de abstracción: Conóceme



Es más conocida como "Sonrisas". Solo tiene 18 años. Ingresó a la universidad a tres meses de haber terminado el colegio. Es la más pequeña de sus compañeros, con los que forma "La banda del choclito". Sin embargo, nadie sabe que tiene ocho hermanos. Ella es la séptima. después viene uno de 15 años y otro de 11.
Ama cantar, pero pocos la han escuchado, por lo que pocos saben que canta bien. Tiene fobia a los animales. La primera vez que tocó a un perro fue en octubre del 2012, en la procesión del Señor de los Milagros. Fue un labrador, de nombre Bella, con dos años de servicio en la Unidad Canina de Lima Metropolitana.
Es responsable en los estudios, trata de cumplir a tiempo sus deberes. Sin embargo, en casa es la "vagonetas", no lava ni un plato, y demora en limpiar su cuarto. 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Bastó verte para perderme

‘Como has cambiado pelona’, recordó mientras caminaba hacia la entrada del zoológico. Adentro, nada era como hace seis años.
El espacio cada año se reducía pero el comercio fuera  era asombroso. Comidas rápidas, peluches, algodón de azúcar, alquiler de coches para nenes y hasta cámaras fotográficas de rollo, sí, aún se vendían. Como siempre, había las largas colas en la boletería, mejor dicho personas a punto de ‘poguear’ por ser el primero en obtener su boleto.
Once de la mañana era tarde para quién deseaba deleitarse con la fauna que aguardaba aquel lugar. Diez soles costaba la entrada para mayores de trece años, para los menores de trece solo cinco monedas de un sol mientras que a los mayores de 65 años se les exoneraba el pago, así se podía leer en un cartel de la taquilla y lo repetía el colaborador con su megáfono.
‘Entremos, es hora’ gritaba un niño mientras jaloneaba a su padre. La euforia cada vez se intensificaba debido a la siguiente cola que obligaba al ingreso. ‘Por aquí, por allá’ eran las típicas frases que escuchaba. Sin embargo, para él no era lo mismo regresar al lugar que en su momento fue su sueño, como aquel niño que por primera vez lo visitaba.
Animales enjaulados dando rondas por el mismo espacio y personas observándolos no era agradable para él. Cámaras fotográficas con grandes objetivos y los flashes que capturaban imágenes de seres que pedían a gritos libertad, se observaban a montón.
Su fastidio duró poco. Su adorada Peny le arrancó una gran sonrisa, la jirafa que conoció cuando tenía trece años seguía viva, “era un milagro”, decía en voz baja. Aunque se veía algo lenta y con la piel seca, él lo sabía, era única.
Más adelante conoció a “Sol”, un bebé hipopótamo,  que lucía esbelta y coqueta mientras salía de su piscina. Ella era la tercera cría de “Pipo” y “Carlota”, la primera pareja de hipopótamos que llegó de la Habana hace más de nueve años. 
El paseo por el zoológico no fue fantástico como lo fue cuando pisó por primera vez el Parque de las Leyendas. Pero cuando Mateo volvió a ver a su Peny la felicidad le volvió el rostro. Descubrió que al menos algo no había cambiado, era ella y su niño soñador.